Nosotros pensamos que debe existir a nivel interno un sistema de regulación de la cantidad de RLO presente en el organismo, para mantener un equilibrio dinámico entre la cantidad de RLO necesaria para el funcionamiento del sistema inmunitario y aquella que produce un daño celular y un envejecimiento precoz del individuo. Tal regulación se llevaría a cabo en un centro todavía no descrito.

La complejidad del cuerpo humano permite que éste funcione dentro de márgenes relativamente estrechos en lo que se refiere al medio interno, independientemente de las condiciones externas. Nuestra temperatura se mantiene en un rango de pocos grados gracias a la acción del centro termorregulador, nuestro pH mantiene rangos estables gracias al equilibrio ácido-base. Cuando es preciso una regulación y no una simple eliminación, está presente un centro regulador. Por tanto creemos que existe un centro regulador aún no descrito, que es capaz de reconocer los niveles de RLO y responder a ellos, potenciando o inhibiendo la actuación de los diferentes elementos antioxidantes, y manteniendo nuestro medio interno en ese delicado equilibrio que nos permite un funcionamiento optimo. Este supuesto centro puede verse sobrepasado o alterado, como le ocurre a otros sistemas orgánicos (diabetes, hipo-hipertiroidismo, etc), originándose un descontrol y una producción excesiva de RLO o bien una disminución de los elementos antioxidantes, por actuación de agentes externos, por déficit en nutrientes para generar elementos antioxidantes, en definitiva por una situación de estrés .

Se ha visto que en las enfermedades degenerativas como ateroesclerosis, hipertensión arterial, cardiopatía isquémica, infarto, insuficiencia cardiaca, AVC, osteoporosis, diabetes, enf. De Parkinson, enf. Alzheimer, cáncer...etc. los RLO están muy aumentados. Asimismo también están muy aumentados en los brotes alérgicos, en los shocks anafilácticos y en mujeres que toman anovulatorios.